Las dietas rápidas que buscan cambiar los hábitos alimenticios, en un plazo corto de tiempo, con el objetivo de conseguir perder peso pueden ser peligrosas para la salud. Son varios los estudios científicos que confirman que modificar la alimentación momentáneamente es ineficaz.
El efecto de las dietas rápidas
La ciencia lleva tiempo demostrando que la pérdida de peso no consiste en restringir las comidas que más nos gustan ni haciendo un entrenamiento intensivo, ya que esto lo dejaremos de hacer tarde o temprano.
Algunos de estos estudios han demostrado que hacer dieta puede incrementar el riesgo de obesidad y de sufrir trastornos alimenticios. Cuando nos “ponemos a régimen”, “estamos a plan” o comenzamos “la operación bikini” es muy importante hacerlo en manos de profesionales que nos asesoren y puedan evaluar cada caso para que se ajuste a las necesidades de cada paciente ya que con las dietas rápidas conseguiremos nuestro objetivo por poco tiempo.
Muchas veces este tipo de dietas tienen un efecto rebote, su objetivo es perder peso de la forma más rápida pero esto puede tener consecuencias mayores y es que, una vez que dejemos de hacerlas, además de recuperar el peso perdido podemos coger más del que teníamos antes de empezarla.
Es muy probable que se pierda mucha masa muscular debido a las dietas bajas en calorías, lo que provoca que el cuerpo acabe gastando menos calorías por lo que es más difícil mantener la pérdida de peso o seguir adelgazando.
La mayoría de los expertos aconseja cambiar los hábitos alimenticios y aprender a comer bien, aunque esto no sea tan radical como las dietas rápidas, pero se obtendrán mejores resultados.